domingo, enero 20, 2008

Lo que dije cuando tuve que presentar a Gianni Vattimo (texto completo)

Vattimo

¿Qué es ser filósofo?

El filósofo, como tantas cosas valiosas, surge de una patología básica. Su incapacidad de abordar directamente las cosas, por falta de fuerza o de confianza o de seguridad, le hace dar un rodeo antes de llegar a ellas. El rodeo es la característica de la neurosis y el filósofo al enfrentarse a algo inicia el más largo de los rodeos: se pregunta por la posibilidad de la existencia de lo que está mirando, de lo que podría abordar directamente si no tuviera tantos problemas.

El filósofo se va al carajo, o dicho con más poesía, inicia con suerte el viaje de un alejamiento heroico y trae, en el retorno, un bien precioso, para sí mismo y para la comunidad: el sentido. El filósofo no es tan sonso tampoco: se va pero después vuelve, si puede volver, si dio su batalla por el sentido, que es una batalla que se da no sólo bajo la forma de pensamiento consciente sino también viviendo las emociones, sintiendo, probando.

El sentido es una de esas palabras difíciles que viven en el mundo de la especulación, pero es una buena palabra. Alude a la fuerza que está en la base de algo. A su dirección, a su para qué. A su desde dónde.

El filósofo se va lejos para indagar fundamentos y cuando vuelve puede desplegar una visión del mundo. Otros, los sanos, los inmediatos, cuando la ven, dicen: ah, mirá qué interesante. Tiene razón, eh. Y siguen sirviéndose grandes platos de pasta chorreantes de salsa en los que los filósofos quieren ahora meter el tenedor. ¡Como no, dr!, ¿quiere otro poquito?

Todos pensamos todo el tiempo, pero el filósofo se encarga de un tipo de pensamiento especial. Responde por el todo. Las ciencias particulares, los saberes específicos, indagan experiencias determinadas. El filósofo se interesa por todo y extrae de sus intereses una visión del conjunto. Define su conjunto. También el religioso hace eso, pero con otros recursos, es otro género de visiones, podríamos decir. Son maneras distintas, pero familiares.

La filosofía, además, no es una disciplina, es una indisciplina. Es rebelarse frente a cualquier parcialización del objeto a considerar, liberar la mirada para poder decir cualquier cosa de cualquier manera. En realidad no es cualquier cosa, es una cosa que sacó del caldo de cocción de su experiencia de vida, que integra su deseo, sus azares y sus representaciones concientes, sus predilecciones, etc. Es la menos cualquiera de las cosas, ese magma de visión.

Crea objetos, crea mundos, delimita problemas y responde como le parece que tiene que responder. Por eso la filosofía académica es difícil, porque prescribe reglas y al mismo tiempo respeta y estudia a los que no necesariamente las cumplen.

La filosofía es una fatalidad, uno la tiene en su mirada o no la tiene. Todos usamos visiones del mundo, pero el filósofo es el mecánico al que uno lleva su visión del mundo cuando no anda, cuando lo deja en la calle.

El tipo, el filósofo, tiene muchos problemas, pero también sabe que tener muchos problemas puede ser bueno. O sea: problemas no se puede no tener, pero se puede diferenciar entre problemas y problemas. Una cosa son los problemas de la debilidad, de la huída, o problemas toscos. Y otra es tener problemas de crecimiento, de esclarecimiento, de aventura, de parto. ¿De cuáles tiene el filósofo? De ambos, claro, como todo el mundo. Pero los buenos problemas le generan cosas lindas, útiles: ideas, posiciones, propuestas.

El filósofo, como todos, transforma su síntoma en campo de experiencia y producción. Y así se cura. Y entonces escribe muchos libros, habla con todo el mundo, se mete en mil temas. Es una aventura sensacional. Si termina bien, si el filósofo no queda aplastado por sus impotencias, resulta muy valioso e interesante. El filósofo es alguien muy vital en un campo importantísimo pero generalmente no cultivado como el arte que es: el pensamiento.

En un libro reciente de Gianni Vattimo, uno tiene la oportunidad de asomarse a su vida personal, y resulta muy interesante ver el escenario real de donde surge la filosofía. Una persona, con sus cosas, sus vaivenes, sus procesos, sus idas y vueltas, sus trabajos…

Lo que más me gustó a mí fue ver que es una persona dispuesta a la vida, que no se toma tan en serio las cuestiones que más le interesan, al punto de disfrutar de la vida social intelectual, algo que resulta muy difícil, al menos en la Argentina en donde todos somos muy celosos e inseguros.

A lo largo de la lectura uno ya lo va queriendo un poco, porque está abierto además al mundo de la sensibildad, porque se mete en cosas políticas sin dudarlo demasiado, porque vive su vida amorosa con ánimo de encontrarle la vuelta.

Quiero agradecerle que esté con nosotros hoy y aprovecho este prolegómeno un poco juguetón para hacerle tres preguntas y después propongo leer las que quieran hacernos llegar desde el público.

/Vattimo, por ejemplo, volvió ahora a la religión, ¿nos podría explicar ese movimiento?

/Un universo intelectual muy fluído, todos medio amigos aunque hubiera diferencias importantes? O es que así queda leído? ¿sería deseable además?

/¿Qué tema lo excita hoy?

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