jueves, agosto 02, 2007

16 puntos para pensar el cambio

El 13 de Julio hablé en el SAP FORUM 2007, un importante evento tecnológico lleno de gente de empresas del rubro, y expuse el mismo tema que voy a dar en el Museo Renault el miércoles que viene. La charla se llama "Ver (y vivir) el cambio" y este es su esqueleto:

1. Pensar puede ser útil, es lo que yo creo, es a lo que dedico mi vida. Pensar el cambio es abrirle espacio, vivirlo mejor.
2. Aunque no lo tengamos presente, hay una dimensión tecnológica del cambio y una dimensión no tecnológica.
3. Una de las dimensiones no tecnológicas del cambio aun no suficientemente consideradas del cambio es la dimensión de la transformación moral reciente.
4. Personas que trabajan en innovación pueden potenciar su capacidad si añaden a su capacidad tecnológica y empresarial la dimensión filosófica del sentido del cambio.
5. La innovación vital, existencial, es necesaria para producir el cambio tecnológico más eficazmente.
6. El cambio no es loco ni arbitrario: se produce por necesidad y deseo.
7. Un valor clave para captar lo nuevo: la intimidad.
8. Lo que solemos pensar como individualismo es en realidad realismo: un cambio en los puntos de referencia.
9. ¿Dónde está lo nuevo? Un lugar: detrás de la crítica
10. El pensamiento atrasa, usamos ideas y conceptos viejos para intentar explicar una realidad nueva.
11. El cambio genera resistencia: lo queremos pero al mismo tiempo le cerramos el paso.
12. El cambio es un tema central desde siempre en el pensamiento filosófico... O mejor dicho, en la experiencia.
13. No accedemos a las necesarias nuevas formas de pensar porque no queremos (¿no podemos?) desafiar una homogeneidad en la que estamos encerrados.
14. El cambio es un ritmo, una forma de estar en la vida, un estado de fluidez y no de obsesión.
15. El cambio se produce indirectamente.
16. El mundo es cambio constante: hay que poder afirmarlo.



Link: Ver (y vivir) el cambio en el Museo Renault

La inquietante imagen es de Janaina Tschäpe.

3 comentarios:

Diego dijo...

¿Podrías, Alejandro, explayarte un poco más sobre la transformación moral reciente, sobre la que decís vas a disertar?

Gracias, abrazo, Diego.

esteban dijo...

El cambio genera incertidumbre: abajo el cambio.
Terminemos con esa manía de cambiar. “Todo fluye, nunca nos bañamos dos veces en el mismo rio” se dijo en el comienzo mismo del pensar. Luego vinieron los ingenieros sociales que quisieron congelar el río, para que podamos bañarnos siempre en las mismas aguas petrificadas.
El cambio, esa manía, es sin embargo persistente, insistente. Se basa en fuerzas que la mente humana no comprende demasiado y, mucho menos, puede dominar. Si así no fuera aun estaríamos en la tribu ancestral obedeciendo al jefe-hechicero y untándonos con bosta de cabra para acabar con las úlceras de la piel.
El cambio asusta y no siempre es bueno: se puede pasar de una democracia imperfecta al más letal sistema colectivista, pero en general- con los recaudos que deben tomarse a la hora de generalizar- el trayecto del cambio desde lo simple- colectivo- básico- permanente- pequeño- previsible a lo complejo-individual-sofisticado- cambiante-grande-imprevisto ha sido positivo. Enormemente positivo. Es lo que ha permitido salir de la cuasi-animalidad medieval a la sociedad de la información, la Ciencia, Internet y el Genoma.
Pero hay dos ataques a este cambio: el de aquellos que pierden poder (los reyes, jefes, hechiceros, sumos sacerdotes) y el de aquellos que aun no disfrutan del nuevo poder (los marginados, olvidados, desplazados).
El primero es la Reacción: el clero, la nobleza, horrorizada por las turbas burguesas.
El segundo ataque es más complejo: lo encabezan los que temen la incertidumbre de la libertad, del mercado y de la soledad del individuo. Los que no entienden que la esencia del cambio de los dos últimos siglos radica en la expansión de los intercambios libres, en la libertad de mercado (esa feria que junta gente común ofreciendo y demandando valor) y no en la justa distribución o en otros condicionantes éticos. Los que creen que los conflictos- ese motor de la vida- pueden derogarse en un Estado Solidario y Organizado. Petrificado.
Vuelven por caminos retorcidos a la visión idílica de un pasado transformado ahora en Utopía colectivista.
Ahora- semiderrotados en su patética aventura soviética- retornan de la mano de mil formas. Desde la cátedra ecologista hasta la doctrina social, desde el pesimismo del intelectual de moda hasta la negación de toda estadística positiva (hay quienes se indignan- como ofendidos- si uno se atreve a decir que ahora hay la mitad de muertes infantiles que hace 30 años)
Los primeros, los reaccionarios, sobreviven en extrañas logias nostálgicas. Son un hazmerreír.
Los otros, en cambio, constituyen la sal de la discusión académica y política de hoy día. Hegemonizan las columnas de los periódicos, los comentario editoriales en la TV, los libros, las cátedras, buena parte de la producción teatral y literaria.
Son, algunos, honestos y bienpensantes, preocupados por el dolor humano.

Habría que explicarles que su mejor contribución sería la de callar, como quería Popper, hasta que sus palabras (exageradas, catastróficas, amenazantes, cínicas, compungidas, “buenistas”, demagógicas, pesimistas, simplificadoras, complejizadoras, culpabilizantes, exculpadoras, acusadoras) acepten la humildad de lo provisional, se unten de la sabiduría de la ignorancia socrática y se acomoden al fluir de la realidad más que al discurrir de sus mentes.

Unknown dijo...

Estuve en el evento y la charla fue excelente.
La verdad este es el esqueleto luego de hervirlo y rasparle toda la carne.
El planteo fue jugoso y apetecible.

Falta aqui, el tema de nuestra postura ante el cambio, y la crítica voráz que le hacemos a lo desconocido y a lo que no entendemos.

Se que fue largo, pero subilo! será un placer leerlo.
Saludos!!

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